Hékate es una diosa de la mitología griega que encarna tanto el bien como el mal. Se la asocia con la brujería, la magia, la Luna, los portales, y las criaturas nocturnas, como perros infernales y fantasmas. Suele ser representada con una linterna, simbolizando su conexión con la noche, y en esculturas tiene tres rostros, reflejando su papel como guardiana de encrucijadas. Sin embargo, su reputación se deterioró con pensadores patriarcales como Sófocles y Eurípides, quienes la demonizaron al considerarla una amenaza que empoderaba a las mujeres, vinculándola con la muerte y la brujería por sus conocimientos de hierbas. Así, Hékate pasó a ser vista como una figura solitaria y temida, asociada con el inframundo.

Incluso Shakespeare la menciona en Macbeth, aludiendo a su conexión con la brujería. A pesar de su imagen oscura, el mito de Hékate transita entre la vida y la muerte, empoderando a las mujeres en sus momentos de soledad, maternidad y muerte. Por ello, se le puede considerar “la guardiana de la magia del hogar y la Reina Madre de las Brujas”.